En la vida se dan circunstancias en las que resulta preferible, a partir de un cierto momento, que se llegue a tocar fondo o, por lo menos que casi se toque o se vislumbre que se tocará, porque con ello se abre la posibilidad de que se tuerza una tendencia claramente negativa por otra que ofrezca perspectivas más halagüeñas. Cualquiera ha podido tener una experiencia más o menos directa en la que concurran estas características. Hay quienes ante un problema, del tipo que sea, evitan tomar determinadas decisiones por el esfuerzo y el dolor que suponen, aún sabiendo que las mismas son las únicas o las mejores posibles para minimizar o remediar el mal que les aqueja. Tales decisiones pueden implicar renuncias o aceptaciones por las que no se quiere pasar y de ahí que no apetezcan, con lo cual el problema no sólo se alarga en el tiempo sino que, muchas veces, se agrava. No obstante, cuando se origina alguna de las condiciones mencionadas con respecto al tocar fondo no es infrecuente que se produzcan cambios sustanciales que conduzcan a un proceso de mejora, por una senda mucha más sensata que aquella por la que se discurría. Todo esto no es exclusivo de las personas tomadas individualmente, también es aplicable a grupos de muy diversa amplitud como, por ejemplo, los partidos políticos.El fin de semana pasado, el Partido Andalucista celebró su decimocuarto Congreso, con carácter extraordinario. Tuvo tres ponencias: las causas de los resultados electorales y alternativas de futuro, las medidas de cohesión interna y viabilidad del proyecto y la unidad y apertura del andalucismo. Ahora bien, lo que en realidad interesaba era el cambio en la Secretaría General. Lo demás estaba en un segundo plano y no porque no fueran importantes los temas citados sino porque, en la mayoría de los delegados, lo que había era un ferviente deseo de cerrar una larga etapa de enfrentamientos internos que ha llevado al partido a perder presencia institucional. El PA no ha tocado fondo, como se ha demostrado en este Congreso y en el hecho de que continuará trabajando por este país, pero ha tomado conciencia de que tenía que acabar con esas luchas cainitas si no quería acabar tocándolo. Hubo dos candidaturas, la de Pilar González, quien fuera portavoz parlamentaria andalucista, y la de Francisco (Curro) Jiménez, alcalde de Utrera. Al final, salió elegida la primera con el compromiso de incluir a un número de componentes de la segunda. El eslogan de Pilar fue "Juntos podemos" y el de Curro "recupera la ilusión". Pues bien, esperemos que el PA haya aprendido la lección, pues Andalucía necesita del andalucismo, y que a partir de ahora muestre a todos su unidad, cuyo mensaje bien podría ser la suma de los dos anteriores: "Juntos podemos recuperar la ilusión".
Francisco Revuelta .